Ángel

Titularé esta entrada como la canción que escucho mientras las ideas brotan de mi inconsciente hasta las yemas de mis dedos. 

Y es que he repetido casi 5 veces la misma canción, pero no puedo dejar de escucharla, no puedo aburrirme. Muchos dirían que es una canción cualquiera, común y... ¿cómo le dicen? ah si, comercial... Belinda no es la mejor cantante del mundo, quizá ni siquiera de México... pero no es Belinda ni la letra de su canción lo que me motiva a escribir... son los recuerdos.

De esta canción tengo dos tipos; el primero es muy reciente, hablo de los últimos tres meses del 2015. Recuerdo esos días en los que me quedaba hasta estas horas, 2 o 3 de la mañana, intentando salvar desesperadamente el tercer semestre de mi carrera, ahogándome en lecturas interminables, intentando captar al menos la esencia de los temas, pretendiendo hacer resúmenes perfectos en medio de la agonía de mi vida, siendo imposible todo lo anterior. En octubre, sentía como hoy, mis glúteos completamente adoloridos, estampados como un par de calcomanías en mi asiento de madera, esperando el amanecer o la muerte, lo que viniera primero. El ambiente ya era en sí, desmotivante; la litera a cinco centímetros de mi hombro derecho, y el mueble de mi ropa a quince centímetros del hombro izquierdo, al frente un mueble mohoso y encima globos, muchos globos metálicos, de esos que recuerdan mejores momentos de la vida, de esos que albergan mucha, pero mucha hipocresía. Creo que jamás en la vida me había sentido tan encerrada como en esos días, quizá fue entonces cuando me volvió el odio y el desprecio por la vida a mi vida. 

Y es que llevaba cerca de tres años intentándome librar de mi último intento de fortaleza emocional, cuando de pronto la vida me dio una bofetada en clase de matemáticas... quizá por eso abandoné las matemáticas y a mi profesora, pese a que ese día, esa clase tomó tanto color y de pronto brillaba por su repentino e inalcanzable valor... Quizá ese día comencé a odiar la universidad, creo que ese día toda mi vida normal se volvió sosa.

Cereal con leche, como siempre mi maldita obsesión por los lácteos, mis apuntes de carpeta, un par de PDF's abiertos y esa canción que me retumba en la cabeza. Era como si con cada segundo de su reproducción, una gota de pesadumbre cayera de mi frente hasta mis párpados y me mojara la mirada de pasado... un pasado feliz e inexistente.

Y entonces el segundo recuerdo; mis barbies dentro de la casita de madera de mi vecina, el atardecer, mi azotea... y esa canción al aire por primera vez. Cuando nada me preocupaba, cuando no entendía a las adolescentes que escuchaban esa canción y querían vestirse como Belinda, cuando podía sentirme más libre en un mundo que me quedaba grande, cuando vivía en mi pequeña casa, mi pequeña unidad, cuando nadie sabía de mi, cuando pertenecía a una pecera más pequeña... Tenía tantas cosas seguras en aquél entonces que no tenía miedo de nada.

Me pregunto qué habrá pensado aquella niña de la chica de hace medio año, me pregunto cómo se habrían mirado a los ojos, quién decepcionaría a quién. Dos personas totalmente distintas unidas por una vulgar y corriente canción, ¿No es ridícula mi existencia? A veces lo creo... a veces no puedo creer que en cosas tan sencillas se pueda explicar mi vida.

Yo amaba tanto mi vida, la que era pequeña y certera... no sé en qué momento se rompió. Y mi orgullo del presente me impide regresar, me hace creer que estoy mejor ahora, que he crecido, que mi mundo creció conmigo... pero en noches como hoy es inevitable que vuelva el pasado sólo a recordarme en qué me he convertido, que vuelva sólo para escupirme en la cara de qué manera tiré todo a la basura. En momentos como ahora, la madrugada hace que las fibras que me sostienen se rompan y dejen que me desvanezca en mil pedazos, me dejen ser débil otra vez, ser indefensa, sentirme desprotegida. 

Y es que de alguna manera, esa canción me hace sentir incompleta, me hace sentir que me falta alguien... que hace falta una pieza del rompecabezas, que alguien en algún punto de mi vida deshizo mi ya quebrada historia, pero cuando veo a mi alrededor no falta nadie... ¿Estaré loca o estaré más cuerda que nunca? Quizá sí sepa quién falta... Tal vez era el hombre de la historia, tal vez nunca lo será.

Y las mentes frágiles se dejarán llevar por las palabras, lo entenderán literal como es su costumbre, pero está bien. Sé que detrás de las palabras se pueden esconder más cosas que detrás de una mirada.

Pero ya qué importa, de cualquier modo todo se ha ido, de cualquier forma nada volverá a ser igual...

Por la mañana seré yo otra vez. Siempre llega antes el amanecer que la muerte.


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