Hazme tuya.

Cierra la puerta con llave y ven, siéntate frente a mi. Mírame, tranquila, frágil y blanca como la arena. Pon tus manos sobre mí y cierra los ojos. ¿Puedes sentir cómo mi cuerpo vibra al contacto con tu piel? ¿Puedes sentir cómo el aire me atraviesa al sentirte cerca? Acaríciame de polo a polo y ahora dime lo que piensas; cierra tus ojos para que puedas ver un poco más.
No tengas miedo de confesarme tus secretos, es media noche... Ahora sólo estamos tu y yo. Solos los dos en la intimidad de tu alcoba, bajo la tenue luz de la lámpara de escritorio, esa, la que siempre dejas encendida para que pueda ver tu rostro.
Tócame, siénteme y tómame. Haz conmigo lo de cada noche, graba en cada una de mis partes un poco de tu ser ¿A qué te sabe el café después de nuestros desvelos? ¿A qué te saben los sueños después de cada uno de nuestros encuentros?
Y ahora míranos, piel con piel, cuerpo a cuerpo; tú tantuándome tus pesadillas y yo deslizándome entre tus dedos. Desnúdate ahora que he esperado por ti todo el día... Sabes que siempre he estado aquí para ti.
Tu mirada es la de siempre y cada noche diferente. Espero con ansias cada día para poder presenciar tu mirada penetrante cuando va a la mitad de mi cuerpo y tu gesto excitado al llegar a mis pies.
Y siento ahora tu mirada perdida en mí, esperando pronunciar las palabras adecuadas para escribirlas en mi memoria. Y siento tu calor al contacto, siento la firmeza de tu cuerpo y la profundidad de tu ser. Y andar en mi es como andar entre las dunas; cálido, suave, inconstante. Puedo sentir cada vez más cerca tu respiración agitada.
Ahora te detienes y pones tu frente ante la mía, siento arder tus ojos sobre mí pálida tez... Y me queman como el sol al mediodía y me atraviesan como dos grandes espadas.

No te detengas, continúa que aún no he terminado, dame la vuelta, acaríciame un poco más.

¿Cuántos lunares has contado? ¿Cuántos de ellos has logrado unir? Sigue contando y no te detengas... Esta noche tenemos que ir por más.

Y empiezas nuevamente a descender a través de mi. Susúrrame al oído tu pasado y desházte de él entre mis líneas, que no es suficiente empañar la ventana si aún no llegamos al fondo de esto.
Véngate conmigo de ese amor que te hizo daño, entrégame tu corazón en cada suspiro, en cada gesto, en cada gota de tu sudor. Humedece mi piel para que se diluyan tus recuerdos, no despegues tus manos de mi cuerpo, arrástralas hasta llegar al final.
Recostada ante ti me he vuelto tu mejor amiga, la que escucha, la que entiende, la que calla para dejarse amar una noche más, adorando tus dedos que escriben cursivas en mi espalda, amando tu rostro sereno cada vez que vienes a buscarme, amándote sólo a ti, aunque cada media noche caigas sobre mi regazo y vengas a contarme cada una de tus penas, amándote aunque sea yo quien guarde cada uno de tus temores y tus demonios.

No te detengas, mira que ya nos falta poco para el final. No te distraigas con mis heridas, no te detengas por el reloj. Sé que todos duermen, pero sé también que nadie puede oírnos, recuerda que sólo estamos tú y yo... ¿A quién le importa lo fuerte que yo grite? ¿A quién le importa tu ajetreada respiración?

Continúa escribiendo, derrama cada gota de tinta sobre mi piel, mantén firme tu letra y empuña fuerte el bolígrafo. No lo sueltes por favor... No lo abandones sobre mí nuevamente, aún no termino de contarte quién soy yo.

No pongas punto final a esta historia, sigue escribiendo, sigue haciéndome el amor.


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