Par de mimos...
No sé a cuántos años estamos de distancia, pero hoy, vi tu sombra en él. Tu sombra, no como silueta, sino como el lapso que representaste en mi vida. Tan oscuro, tan frívolo y complejo. Un revoltijo de sentimientos y una arritmia en el corazón.
Los suspiros, las miradas muertas, incluso he creído oler tu perfume cerca. Oigo tu risa, veo tus gestos y el macabro desenlace del ayer, en él.
Lo veo con los mismos ojos con que te vi a ti, siento el constante zigzagueo de la intriga y la curiosidad. Te veo comiendo papitas fritas e imaginándome la vida a tu lado. Te veo mojarte bajo la lluvia y al camarógrafo que quiso hacernos un retrato mientras veíamos inspirados su trabajo con la dama del vestido blanco y el hombre de negro, recién casados.
Te veo en el reflejo de sus ojos, en el oscuro deseo de su intención. Lo siento cerca como a ti en su momento, te siento acariciándome el cabello y apretando mi mejilla, como quien se siente dueño de mi vulnerabilidad. Siento tu respiración al contacto, al abrazarme, las palabras ocultas que quisieras esbozar en boca de él. Y siento la inquietud de sus manos por tocar las mías, como cuando tomabas cualquier pretexto para enlazar los dedos, el pretexto perfecto que enlazó tu electricidad con la mía y provocó nuestro fatídico final.
Y mira que es sarcástica la vida; burlona, cínica y premeditada, que incluso dio papel a dos actores más: tú con ella, él y yo, presentando al polígono exacto que me llevó al error.
Qué afanes los míos, qué afán el torturarme escuchando en silencio aquellas canciones de traición, intentando justificar mi anhelo desmedido, intentando reprimir el sentimiento a través de dos o tres melodías que dibujaban las posibilidades contigo. Qué dolor de cabeza pensar en ti. Pensarte, pensarte, pensarte. Anhelar verte, saber si también pensabas en mi.
Y entonces no nos importó tu largo romance, no importó siquiera mi capricho anterior. Fuimos tú y yo en un par de mensajes. Tú, yo, y algún intento fallido de amor.
Y de pronto llega él con tus palabras, él con tus miradas, él con tus pasiones, con la misma intención.
Y es cierto. Lo veo como a ti...
Sólo que esta vez, no veo de la misma forma hacia mi.
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