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Irrespeta un libro

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Así. Tal, cual, lo lees. Comienza por comprarlo a un bajo precio, aún con la magnificencia de su obra,  o irrespeta alguna obra maestra pagando más por un vulgar y corriente best-seller. Abre, huele, tíralo en algún sitio. Que, antes que nada, cumpla la función de tu capricho. Arrincónalo unos días, unos meses, unos años, si al cabo de cinco no lo lees, tíralo. Nuevo. Intacto. O léelo y sigue la lección. Míralo. Asquéate del prefacio aburrido y los agradecimientos burdos del autor hipócrita. Dale una, dos, tres vueltas. Husmea la última página y arruínate el final.  Léelo de dos en dos. De tres en tres. Páginas y/o semanas ¿Qué más da? Subraya. Tacha. Borra. Llénalo de esa incómoda tinta fluorescente y traspasa las hojas con plumón. Acentúalo, ponle comas, quita puntos... agrega puntos suspensivos y signos de expresión. Une con flechas dos líneas distintas: de diferentes páginas. Encierra y luego borra con goma. Rómpele las hojas de maner...

Par de mimos...

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No sé a cuántos años estamos de distancia, pero hoy, vi tu sombra en él. Tu sombra, no como silueta, sino como el lapso que representaste en mi vida. Tan oscuro, tan frívolo y complejo. Un revoltijo de sentimientos y una arritmia en el corazón. Los suspiros, las miradas muertas, incluso he creído oler tu perfume cerca. Oigo tu risa, veo tus gestos y el macabro desenlace del ayer, en él. Lo veo con los mismos ojos con que te vi a ti, siento el constante zigzagueo de la intriga y la curiosidad. Te veo comiendo papitas fritas e imaginándome la vida a tu lado. Te veo mojarte bajo la lluvia y al camarógrafo que quiso hacernos un retrato mientras veíamos inspirados su trabajo con la dama del vestido blanco y el hombre de negro, recién casados. Te veo en el reflejo de sus ojos, en el oscuro deseo de su intención. Lo siento cerca como a ti en su momento, te siento acariciándome el cabello y apretando mi mejilla, como quien se siente dueño de mi vulnerabilidad. Siento tu respiració...

Víctima del café

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Mírame. Rodeada de gente, desolada hasta el hueso. Carente de lágrimas pero ahogada en dolor. Sonriendo a través de cuchillos de fuego, Con el rostro cálido pero helado el corazón. Con porte elegante y orgullo discreto, Con sombra de vil vagabunda febril Cantando de gozo, retándole al llanto Cediendo de noche a la luz de un candil. Inhalando mi pena, exhalando soberbia Exigiendo respeto y pidiendo perdón  Mirándole al mundo sus peores miserias Mordiendo la lengua de mi corazón. Gritando de gloria, adquiriendo riqueza  Contra la pobreza y ésta, mi inquisición  Mintiéndole al cielo sobre mis proezas Tirada en el suelo al borde de un panteón. Escribiendo tristezas, grabando recuerdos Hablando con voz extasiada de amor Y si es que este mundo sabe mis secretos Que guarde mis penas y que calle el dolor. Mírame. Tan hostil, desdichada y renuente. Tan objeto del odio y un ju...

Sobre azul

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Ten cuidado la próxima vez que recibas un sobre azul. Míralo desconfiado, dale vuelta tras vuelta, guárdalo en la bolsa interior de tu chamarra negra. Sube lo más pronto a tu habitación, evita que tu madre vea o pregunte, no te detengas a lavar ropa o mirar televisión. Sube, sube y pregúntate mil veces de quién puede venir ¿El banco? ¿Un amigo? ¿La departamental? Duda, duda una y mil veces, disparate en tu cama, pero antes cierra bajo llave. Descansa, medita, interroga. Interrógale a tus adentros y descifra el remitente. Siéntate y dale tres vueltas, quizá una más. Basta. Clávale la mirada y frunce el ceño como es tradición, no permitas que el ruido te desconcentre, siéntate un par de minutos a leer este sobre, siéntate unos minutos o una larga eternidad. Espera antes de abrir. Siente miedo, siente cómo se congela lentamente tu sangre, siente las venas vidriosas de tanta presión. Recuéstate, mira al techo, ponte a pensar en todo lo malo que has hecho ya ¿A quién hicist...

Hoy decidí tatuarme.

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Hoy tomé la decisión más difícil de mi vida. Decidí tatuarme. Después de pensarlo todo el día, finalmente mi moral y mi instinto decidieron acceder. Frívolos, livianos y egoístas, me han conducido a pedir unos cuantos pesos prestados y ahora estoy aquí, dándole vueltas a la manzana, intentando perderme entre las personas, intentando evitar que me vean entrar. La fachada es oscura, algunas personas han condenado el lugar y otras tantas lo han logrado clausurar, pero hoy, para mí, está abierto. Cuando por fin me decido, un hombre alto y mal encarado me abre la puerta, "¿Es este el lugar donde hacen tatuajes?" Le pregunto, "Si, pase" me responde cerrando la puerta a mis espaldas. "Pasa por acá", me dice una chica delgada llena de piercings algo aburrida. "Vamos a ver si estás apta para ser tatuada" ¿Qué tan apta debo ser para decidir tatuarme? Si a final de cuentas, no creo que les importe más que el dinero que me hacen dejar en la ...

Ángel

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Titularé esta entrada como la canción que escucho mientras las ideas brotan de mi inconsciente hasta las yemas de mis dedos.  Y es que he repetido casi 5 veces la misma canción, pero no puedo dejar de escucharla, no puedo aburrirme. Muchos dirían que es una canción cualquiera, común y... ¿cómo le dicen? ah si, comercial... Belinda no es la mejor cantante del mundo, quizá ni siquiera de México... pero no es Belinda ni la letra de su canción lo que me motiva a escribir... son los recuerdos. De esta canción tengo dos tipos; el primero es muy reciente, hablo de los últimos tres meses del 2015. Recuerdo esos días en los que me quedaba hasta estas horas, 2 o 3 de la mañana, intentando salvar desesperadamente el tercer semestre de mi carrera, ahogándome en lecturas interminables, intentando captar al menos la esencia de los temas, pretendiendo hacer resúmenes perfectos en medio de la agonía de mi vida, siendo imposible todo lo anterior. En octubre, sentía como hoy, mis glúteos co...

Si temes a la oscuridad...

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Regresaba tarde del trabajo y lo único que deseaba era simplemente acostarme y dormir, pero una de esas noches me sorprendí saludando a alguien más en mi habitación: "Hola, ya regresé". Un par de noches más me llegó a suceder, pero siempre pude contenerme antes de terminar la frase en voz alta, quizá porque llegué a temer que alguien me contestase, quizá porque realmente no estaba sola.  A veces me quedaba hasta tarde escribiendo o leyendo viejos recuerdos, perdida en mi pasado o quizá soñando un poco sobre mi futuro, hacía muchos años que no me desvelaba en la profundidad de mi ser, en mis pensamientos, mis añoranzas o cualquier otra cosa que plagara mi mente después de medianoche. Pero entonces comenzaron a suceder, cada noche con más frecuencia, cada hora con más intensidad. En mi habitación no sólo hacía frío. La primera noche, después de caer en cuenta de mis compañías, comencé a escuchar pesados pasos subir la escalera, algunas veces crujidos, otras veces r...