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Ella

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Me encantaba platicar con ella, frecuentemente era la única que comprendía mis palabras. A veces decía cosas sin sentido y estaba bien para mí. Su compañía era algo especial, era mi confidente y cómplice, pocas personas logran serlo hoy en día, eso la hacía aún más auténtica, su capacidad de comprender mi sentir, sus consejos, a veces parecía que sólo estábamos ella y yo. A la gente le incomodaba de vez en cuando la relación que llevábamos, solían hablar a nuestras espaldas; "locas" nos decían, y decían también que nos consiguiéramos distintas amistades, que buscáramos allá afuera, que abriéramos los ojos al mundo... abrir los ojos al mundo no era mi prioridad, y ella estaba de acuerdo conmigo. A veces llorábamos juntas frente al atardecer en mi cuarto, cantábamos canciones, escribíamos poemas, era como si cada palabra mía, ella pudiera predecirla y cada pensamiento suyo, yo pudiera anticiparlo. Cuando me sentía sola le escribía cartas, ella jamás contestaba, sabía q...

Penúltimo

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Ya es noche, quizá ya es otro día, no lo sé. Estoy impaciente, detenida frente a la pantalla, mis ojos se cierran, mi vista se nubla. No puedo terminar con esto, es demasiado, últimamente todo es demasiado, no es como hace algunos años que todo parecía tan liviano, hoy pesa, se vuelve bulto. Sé que él está del otro lado, pero no ahora. Algo me dice que está del otro lado, mis sospechas, mis dudas, mi ansiedad no me permiten enfocarme en lo realmente importante. Pero ¿qué puede ser más importante sino él? ¿cuántas veces he pensado esto? seguro no es la primera... parece un deja vu. Pero estoy segura que esto es lo real, esto es lo que importa hoy, esto sí va en serio. La frente adolorida, las voces y el frío que cala mis pensamientos me incitan a acercarme. No quiero. Me duele la cabeza, estoy cansada, muero por conocer, le llaman curiosidad. Al carajo. Entonces abro la puerta prohibida, no debería estar en este mundo, no me pertenece. Estoy violando la vida de alguien,...

Teatro

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Hoy, ayer hace ocho años conocería y perdería a quienes mayor relevancia tenían en mi obra; protagonistas y villanos, todos aquellos que formaban parte de mi hermoso guión. Ya no estarían y con ellos se caería el telón. Sin ellos terminaba la función. Al centro del escenario me encontraba parada, ante el público figuraba una silueta incompleta, inerte, desconocida. Luego estuve sola, merodeando entre el arriba y el abajo, mirando cómo las luces se apagaban detrás de mi, escuchando que el silencio inundaba aquello que alguna vez fueron risas y lamentos.  Ocho años se encerraron en aquél teatro, y con ellos yo. Jamás sabré qué fue de la obra todo ese tiempo. Había carteles regados por las avenidas, anunciando aquello que parecía nunca haber existido, no había forma de saberlo, nadie había estado allí para desmentirlo. Años en que las cortinas permanecieron abiertas, como quien abre los brazos al ser querido, brazos mismos donde nadie se posó. Butacas vacías, camerinos va...

Lluvia

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Camina, se asoma, se sienta. Ha empezado a llover, pero parece no importarle. Sitúa su cabeza por debajo de las cortinas, la mitad de su cuerpo se asoma a la luz, la otra mitad aguarda entre la calidez de la casa. Respira, huele, parece que puede percibir otro tipo de olores. Las gotas caen frágilmente en su vestido color grisáceo, el viento le vuela la melena, bosteza, es una hermosura incapaz de ser explicada. Adentro, yo aguardo con las ilusiones partidas, ni siquiera yo misma sé de qué. Le observo, le admiro, ¡Cuán inocente es su mirada y su pensar! ¿Qué estará pensando? Algo es seguro... ella puede ver cosas que yo no; en el negro de sus ojos se reflejan algunas nubes, algunos postes de electricidad y una bicicleta, y justo allí, donde ella encuentra tanta paz, yo veo el reflejo de mi soledad y mi angustia.  Siento pronto una corriente que sube de mi antebrazo hacia mi pecho, la piel se eriza, la expresión de mi cara se desvanece y es lavada por una lágrima. Me asegur...

De vuelta al submundo.

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Salí, oprimí un botón como quien oprime su sentencia a morir. Ya no pertenecía allí, ya no era parte de esa comunidad, no era más que una extranjera en aquél mundo unilateral. Y entonces volví a nacer. Mis ojos abrieron aquella delgada capa de inmadurez, mis pensamientos se conectaron a mi habla, mi mente se unió a la vida. Y era estúpida como solo yo. No sabía ya escribir, no sabía ya leer, no sabía nada acerca de lo sucedido el último trienio. Era como si hubiese estado en coma durante un cuarto de mi vida, desde que aquello se volvió tan relevante para mí. ¿Qué se hace después de perder la vida? ¿Qué te pertenece después de tantos años? Me sentí sola, vacía, incompleta. Creía que el mundo despertaría conmigo, creía que pronto volvería a correr por los parques, sentir el aire fresco hurgar entre mis cabellos... pensé de más, soñando que tenía una vida que me esperaba. Mas no fue así. Mi vida tomó una pausa desde aquél día; desde que unir mis yemas a las teclas...