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Mostrando entradas de 2015

La gente tiene miedo

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La gente tiene miedo. Miedo de que la vean, la escuchen, se burlen de ella. Y no es difícil de saber. Llego a clases, un día de examen como cualquiera de los que he vivido, un día normal como cualquier otro desde que voy a la escuela. Todos preguntando ¿Estudiaste? Jamás estudio para un examen, respondo. Me miran incrédulos. No saben que digo la verdad, que sólo hojee unas cuantas páginas, pese a que no he entrado a clases últimamente. ¡No manches! Se escucha mientras llega un profesor, uno igual de temeroso que ellos. Pasan las hojas, voltean y murmuran entre sí. Sé que el profesor me ve, sé que piensa que he faltado, se que piensa que no sé qué responder. Yo sólo sé que ese examen no me determina, sé que soy más que él, sé que una hoja de papel no puede resumir todo lo que pienso acerca de esa basura. Salimos, todos preguntando ¿Cómo te fue? Tienen miedo, miedo de reprobar, miedo de sacar 5 y que no les sume el promedio, tienen miedo de llegar a final de semestre debiend...

Rencores

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Me senté en medio del silencio y la oscuridad. Contrario a lo que había sentido desde mi niñez, el negro ante mis ojos no me provocaba miedo ni ansiedad... Estaba sola, con esa soledad que trae escalofríos al cuerpo y memorias a la cabeza, pero nada más. Tuve tiempo de mirarte de cerca, una última vez, como una proyección de mis anhelos por tenerte ahí. Te esfumaste con la ráfaga de aire que cada vez se hizo más intensa. Luego nada. Luego ella. Con la mirada perdida en el infinito horizonte de su vacío. Una muñeca inerte, un tanto tétrica, un tanto yo... un tanto el reflejo de mi oscuridad. Con las ojeras de meses de desvelo, con el cabello cayéndole sobre las mejillas, con los las manos naturalmente caídas de su silla, con la joroba y la cabeza de lado. Con su tristeza y su sarcasmo, con la expresión en la boca que denota la nada. Con los ojos reteniendo pensamientos. Sólo ella y yo, sentadas una frente a la otra, yo esperando encontrar en ella un rastro de vida, y ella lejan...

Tu realidad...

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La última vez que hablamos habíamos peleado. Todavía tenía en whatsapp su última conexión.  Algo le había molestado de mi y a mi de él... es que a veces era tan terco, tan necio... Habíamos pasado semanas sin una sola palabra, realmente yo, no lo buscaba porque, bueno... no sabía cómo estaba, pero sabía que "estaba"; que seguía detrás de su pantalla, que estaba en su casa, tranquilo, quizá muy cansado, pero ahí.  Los últimos meses habían sido difíciles para ambos. Él, intentando encontrarse en el mundo laboral y yo, en mi propio mundo. Él y yo sabíamos que estar juntos era lo mejor para ambos... y a la vez, lo más destructivo.  Recuerdo cuando estaba en sus brazos, cuando las primeras veces dormía tímida a su lado. Recuerdo las cosquillas, las risas, la confianza... la unión entre ambos. Era tal nuestra conexión y nuestra felicidad, que alguna vez nos preguntamos si sería posible pelear... por supuesto que no, éramos perfectos. Viví con él los más grand...

Alejandra

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Alejandra, ¿Qué te digo? Las cosas van bien por aquí. Si bien, es verdad que me duele, aquí lo que importa es vivir. La gente vive como le place, la gente es voluble y fugaz Si yo ando de buenas ahora, mañana nadie lo notará. Por eso hoy quise enojarme, Alejandra, ¿Qué te digo? Nadie en cara me lo podrá echar. Alejandra, Alejandra, si yo te pudiese contar que aquellos años de niñas, eran mejores que el ya. "Ya quiero crecer, ya quiero volar, ya quiero vivir, ya quiero fumar". Amiga, esto no es normal, yo aquí escribiendo, y tú, quién sabe si estás. No digas palabras, guarda silencio, ya ves que dicen que se las lleva el viento. Sólo siéntate y observa conmigo a la gente, ¿Puedes ver? Desde aquí la soledad es inherente. Si hoy actúo, la gente habla, si no lo hago, te dan la espalda. Alejandra, Alejandra, la gente es voluble, y aquí sus palabras, arden como lumbre. No tengo ganas de silenciar sus miradas: ¡Que me hablen en coro, que no tengo ganas! ...

Frío

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Aún no sonaban las alarmas; ni aquella electrónica, ni aquella natural. Las aves probablemente aún aguardaban, dormían... quizá alguna moría. Noche en tanto la ausencia del sol, día en tanto la ausencia del sueño. Un limbo. Mi sueño. El agua caía de la regadera. Ningún rastro de vapor, ningún rastro de calor. Sólo yo, mi cabello y mi cuerpo. Decidí apresurarme a tomar una ducha, aun cuando ésta carecía de la suave caricia que propicia un baño, al menos, tibio. La gotas astillaban mi piel, mi calor se desvanecía con su terca caída. Los ríos se formaban alrededor de mis piernas, seguían la dulce silueta y se quebraban en mil pedazos al tocar tierra. Se formaban vertientes en el abdomen, se unían a la cascada del cuello, vibraban. El cabello fino cubría la espalda, cubría los senos, cubría mis ojos. Los brazos se apresuraban ante la frívola tempestad del agua, del tiempo, de los recuerdos. Dolía, dolía inmensamente como una carga, una bofetada o tal vez, un puñal. Dolía el pensam...

Al mejor postor

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Gratis Por la simple y llana razón de la cordialidad... porque algo tan bello y natural no merece pagarse. Y así fue como trabajó durante años: desinteresado, pleno. Con sus normales atavíos y deslices, como un pequeño jugando en el parque. Sin miedos, sin expectativas. Simplemente ahí, siempre inquieto, acelerado, feliz. Como si el mañana no existiera, ni menos aún el pasado, viviendo al día, sonriéndole a la tormenta, sonriéndole al Sol. Porque nada más existía en sus límites que su esplendor, el calor de sus brazos y el consuelo de sus palabras. Porque quien estaba solo encontraba su compañía, quien sentía frío encontraba su calidez. Porque sacrificaba la egolatría, el orgullo y el desdén. Porque mataba sus instintos más salvajes... porque incluso se mataba a sí mismo si era necesario. Porque se dejaba llevar por la pasión, por su infinito afán de pintar ilusiones y crear sueños, por su dulzura, por criar esperanzas y procurar alegrías. Hacer de una pequeña semilla ...

Ella

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Me encantaba platicar con ella, frecuentemente era la única que comprendía mis palabras. A veces decía cosas sin sentido y estaba bien para mí. Su compañía era algo especial, era mi confidente y cómplice, pocas personas logran serlo hoy en día, eso la hacía aún más auténtica, su capacidad de comprender mi sentir, sus consejos, a veces parecía que sólo estábamos ella y yo. A la gente le incomodaba de vez en cuando la relación que llevábamos, solían hablar a nuestras espaldas; "locas" nos decían, y decían también que nos consiguiéramos distintas amistades, que buscáramos allá afuera, que abriéramos los ojos al mundo... abrir los ojos al mundo no era mi prioridad, y ella estaba de acuerdo conmigo. A veces llorábamos juntas frente al atardecer en mi cuarto, cantábamos canciones, escribíamos poemas, era como si cada palabra mía, ella pudiera predecirla y cada pensamiento suyo, yo pudiera anticiparlo. Cuando me sentía sola le escribía cartas, ella jamás contestaba, sabía q...

Penúltimo

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Ya es noche, quizá ya es otro día, no lo sé. Estoy impaciente, detenida frente a la pantalla, mis ojos se cierran, mi vista se nubla. No puedo terminar con esto, es demasiado, últimamente todo es demasiado, no es como hace algunos años que todo parecía tan liviano, hoy pesa, se vuelve bulto. Sé que él está del otro lado, pero no ahora. Algo me dice que está del otro lado, mis sospechas, mis dudas, mi ansiedad no me permiten enfocarme en lo realmente importante. Pero ¿qué puede ser más importante sino él? ¿cuántas veces he pensado esto? seguro no es la primera... parece un deja vu. Pero estoy segura que esto es lo real, esto es lo que importa hoy, esto sí va en serio. La frente adolorida, las voces y el frío que cala mis pensamientos me incitan a acercarme. No quiero. Me duele la cabeza, estoy cansada, muero por conocer, le llaman curiosidad. Al carajo. Entonces abro la puerta prohibida, no debería estar en este mundo, no me pertenece. Estoy violando la vida de alguien,...

Teatro

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Hoy, ayer hace ocho años conocería y perdería a quienes mayor relevancia tenían en mi obra; protagonistas y villanos, todos aquellos que formaban parte de mi hermoso guión. Ya no estarían y con ellos se caería el telón. Sin ellos terminaba la función. Al centro del escenario me encontraba parada, ante el público figuraba una silueta incompleta, inerte, desconocida. Luego estuve sola, merodeando entre el arriba y el abajo, mirando cómo las luces se apagaban detrás de mi, escuchando que el silencio inundaba aquello que alguna vez fueron risas y lamentos.  Ocho años se encerraron en aquél teatro, y con ellos yo. Jamás sabré qué fue de la obra todo ese tiempo. Había carteles regados por las avenidas, anunciando aquello que parecía nunca haber existido, no había forma de saberlo, nadie había estado allí para desmentirlo. Años en que las cortinas permanecieron abiertas, como quien abre los brazos al ser querido, brazos mismos donde nadie se posó. Butacas vacías, camerinos va...

Lluvia

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Camina, se asoma, se sienta. Ha empezado a llover, pero parece no importarle. Sitúa su cabeza por debajo de las cortinas, la mitad de su cuerpo se asoma a la luz, la otra mitad aguarda entre la calidez de la casa. Respira, huele, parece que puede percibir otro tipo de olores. Las gotas caen frágilmente en su vestido color grisáceo, el viento le vuela la melena, bosteza, es una hermosura incapaz de ser explicada. Adentro, yo aguardo con las ilusiones partidas, ni siquiera yo misma sé de qué. Le observo, le admiro, ¡Cuán inocente es su mirada y su pensar! ¿Qué estará pensando? Algo es seguro... ella puede ver cosas que yo no; en el negro de sus ojos se reflejan algunas nubes, algunos postes de electricidad y una bicicleta, y justo allí, donde ella encuentra tanta paz, yo veo el reflejo de mi soledad y mi angustia.  Siento pronto una corriente que sube de mi antebrazo hacia mi pecho, la piel se eriza, la expresión de mi cara se desvanece y es lavada por una lágrima. Me asegur...

De vuelta al submundo.

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Salí, oprimí un botón como quien oprime su sentencia a morir. Ya no pertenecía allí, ya no era parte de esa comunidad, no era más que una extranjera en aquél mundo unilateral. Y entonces volví a nacer. Mis ojos abrieron aquella delgada capa de inmadurez, mis pensamientos se conectaron a mi habla, mi mente se unió a la vida. Y era estúpida como solo yo. No sabía ya escribir, no sabía ya leer, no sabía nada acerca de lo sucedido el último trienio. Era como si hubiese estado en coma durante un cuarto de mi vida, desde que aquello se volvió tan relevante para mí. ¿Qué se hace después de perder la vida? ¿Qué te pertenece después de tantos años? Me sentí sola, vacía, incompleta. Creía que el mundo despertaría conmigo, creía que pronto volvería a correr por los parques, sentir el aire fresco hurgar entre mis cabellos... pensé de más, soñando que tenía una vida que me esperaba. Mas no fue así. Mi vida tomó una pausa desde aquél día; desde que unir mis yemas a las teclas...